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Ya se venía rumoreando y así lo confirma el Fondo Monetario Internacional en su último Informe de Estabilidad Financiera (FSR, por sus siglas en inglés), presentado hoy en Washington: la deuda tóxica de la banca mundial ronda los 4 billones de dólares. Por supuesto, Estados Unidos se convierte en el más perjudicado por este problema ya que alrededor de 2,7 billones de dólares en activos tóxicos tienen origen en dicho país.
Esta cantidad ha aumentado respecto a las últimas estimaciones de la organización que cifraban la toxicidad norteamericana en los 2,2 billones de dólares.
Según indica el FMI, dos tercios de estos activos tóxicos se acomodan dentro del sector bancario y hace hincapié en que es necesario una limpieza a fondo de estas entidades, incluyendo nuevas recapitalizaciones en algunos casos, para evitar que la situación siga deteriorándose.
"Si los balances bancarios no se depuran a fondo para eliminar los activos deteriorados y si no se procede a la reestructuración ?y de ser necesario a la recapitalización?, persistirá el riesgo de que los problemas de los bancos continúen empujando la actividad económica a la baja" asegura el documento.
El departamento encabezado por el español, José Viñals, nuevo consejero financiero del Fondo, nota una mejora en los mercados interbancarios aunque pone de manifiesto que a día de hoy todavía existen problemas de financiamiento, especialmente a largo plazo, siguen siendo "profundos". Parece que pese a que muchos bancos tienen la oportunidad de emitir títulos de deuda a más largo plazo con garantía del estado, el déficit de financiamiento sigue siendo importante. De hecho, el informe asegura que "el proceso de desapalancamiento será lento y doloroso".
"La expansión crediticia disminuirá en Estados Unidos, el Reino Unido y la zona del euro, e incluso pasará a terreno negativo a corto plazo, y habrán de pasar años antes de que se recupere", determina el análisis.
Una vez más, el efecto dominó se extiende hasta el sector empresarial, que cada vez encuentra más obstáculos para obtener capital a través de los bancos. De esta forma, las víctimas de la crisis no sólo se limitan a las entidades bancarias y a los tóxicos hipotecarios. El FMI pone como ejemplo los fondos de pensiones que "sufren un duro golpe ya que sus activos perdieron valor rápidamente". Además, señala que las empresas de seguros de vida "experimentaron pérdidas por poseer de acciones y bonos corporativos", y algunas se han visto especialmente afectadas por los excedentes de capital regulatorio.
El FSR no pasa por alto las necesidades de los mercados emergentes, que requerirán de fuertes ayudas para sortear el terremoto financiero, especialmente este año. Según determina el FMI se necesitarán al menos 1,8 billones de dólares para refinanciar dichos mercados.
Recomendaciones
De momento, la institución internacional se muestra preocupada ya que algunas de las políticas ya ejercidas seguirán siendo necesarias a largo plazo pero han perdido fuerza últimamente ante la reacción popular al presunto "abuso de los fondos de los contribuyentes".
El FMI apuesta, de nuevo, por la claridad, la coherencia y la fiabilidad como elementos clave para que los ciudadanos e inversores recuperen la confianza en el sistema. Además hace un llamamiento al G20 para que continue con su mensaje de coordinación y la colaboración emprendido durante su última reunión a primeros de abril en Londres.
El FSR reconoce que la crisis actual ha puesto de manifiesto cómo la innovación financiera ha provocado que ni los reguladores financieros ni las propias instituciones se hayan percatado de los riesgos que algunos productos implicaban.
Los expertos del fondo creen que es necesario a partir de ahora evaluar de las repercusiones directas e indirectas en caso de que se produzca un "riesgo en cadena". Para ello se deben detectar las lagunas de información para mejorar la precisión de los análisis. A ello habría que añadir la elaboración de parámetros de medición concretos para reexaminar el perímetro de la regulación e identificar las instituciones y sectores de importancia sistémica.
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