17 ene 2010

Después del Golpe de Estado, ocupación y ahora invasión

loultimoenpolitica.blogspot.com

Para EEUU la catástrofe de Haití es un polvorín, no por la amenaza que representaría un posible estallido social para su sistema de seguridad, sino por la ubicación estratégica que reviste el país devastado dentro de su dispositivo imperial de control y dominio en América Central y el Caribe. La decisión de Washington de desplegar unidades y tropas especiales y una flota nuclear (invocando "ayuda humanitaria") implica una virtual ocupación militar de Haití, entre cuyos objetivos hay uno que sobresale nítidamente: Reemplazar a los Cascos Azules de la ONU y constituirse en única autoridad militar con un control directo sobre el gobierno de Haití. En otro juego de piezas EEUU (utilizando Haití) busca afianzar su hegemonía de potencia nuclear en el Caribe y en Centroamérica con la vista fija en un objetivo de máxima: Chávez y su alianza estratégica militar con el eje Rusia-China-Irán.



Además del crecimiento meteórico de los saqueos y de la violencia social en las últimas horas, las advertencias del gobierno haitiano son contundentes: Si no se atiende en forma inmediata a las necesidades de supervivencia de las víctimas, el país se encamina hacia un estallido social de consecuencias imprevisibles.

En la misma apreciación coinciden la ONU, la Cruz Roja, y, en general, todos los corresponsales y las organizaciones internacionales que actúan en el área del desastre. No obstante, nada indica que esa operación de rescate y ayuda coordinada internacional pueda producirse en lo inmediato, lo que torna a Haití en una verdadera "olla de presión" social con bandas armadas incentivando y multiplicando la rebelión por todo Puerto Príncipe.

En este escenario, y de aquí al lunes, el Pentágono inició una operación militar en alta escala para rodear y ocupar Haití dentro de un anillo de "seguridad nuclear" bajo el (absurdo) argumento justificatorio de brindar "ayuda humanitaria" a las víctimas de la catástrofe.

Antes del lunes EEUU despachará una flota a Haití, compuesta por buques, submarinos, aviones y helicópteros (la mayoría dotados con poder nuclear), e incrementará la presencia militar norteamericana de 1.000 a 10.000 soldados, según informó el jefe del Estado Mayor Conjunto, almirante Mike Mullen.

Mientras tanto, el Pentágono informó el viernes de la llegada de su portaaviones nuclear USS Carl Vinson, con 19 helicópteros y fuerzas especiales que desembarcarán en las áreas de catástrofe.

De acuerdo con lo informado por Mullen, la misión del Carl Vinson es estrictamente "humanitaria" ya que cuenta con una capacidad de 51 camas de hospital, tres salas de operaciones quirúrgicas, y la capacidad de producir cientos de miles de litros de agua potable al día.

El absurdo de esta afirmación consiste en que este "equipamiento médico" metido dentro de un portaaviones nuclear es inconsistente con las necesidades masivas de atención de las víctimas haitianas (heridos sin atención) que suman decenas de miles por toda la zona devastada.

Según al CNN, una compañía de la 82 División Aerotransportada de EEUU, formada por unos 100 soldados, se encuentra ya en Haití preparando el campamento para la llegada durante el fin de semana, del resto de la brigada (unos 3.500 soldados de fuerzas especiales).

Ante la suspicacia internacional que despertó este virtual dispositivo de ocupación militar de Haití (escudado en la "ayuda humanitaria") Obama y los jefes del Pentágono salieron a aflojar tensiones.

Curiosamente, Obama realizó el anuncio el despliegue militar como una "misión humanitaria" coordinada con el gobierno de Haití, rodeado de sus principales asesores militares.

"Esta mañana he conversado con el presidente Préval de Haití", señaló el viernes Obama a la prensa. "Como otros muchos haitianos, el presidente ha perdido su hogar, y su Gobierno está trabajando en unas condiciones extremadamente difíciles", añadió. En consecuencia, "como vecinos y amigos de Haití", Obama dijo haber prometido a su homólogo "el pleno apoyo del pueblo norteamericano" en la recuperación del devastado país.

En medio de temores de que el malestar local y la frustración por el retraso de la asistencia pueda transformarse en violencia, el secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, dijo el viernes que salvo algunos robos de comida y agua y algunos saqueos menores la situación de seguridad en Haití sigue siendo "bastante buena".

P.J. Crowley, portavoz del Departamento de Estado estadounidense, comentó que la distribución de asistencia debería mejorar. Sin embargo, el aeropuerto de Puerto Príncipe tiene una capacidad limitada y el puerto aún está inutilizable, según consigna un corresponsal de Asociatted Press

El jefe del Pentágono, Robert Gates, dijo por su parte a la prensa que el pueblo haitiano sentía el despliegue como "un alivio". Bajo esa justificación, los marines estadounidenses tomaron el viernes el control del aeropuerto de Puerto Príncipe para "acelerar la ayuda humanitaria".

"No creo que nos vean así", como una fuerza ocupante, dijo el jefe del Pentágono. "Dado que estamos dedicándonos a repartir agua y comida y atención médica, yo creo que la reacción (del pueblo haitiano) es de alivio, al ver que Estados Unidos les da este tipo de ayuda".

Mientras tanto una fuerza especial de la infantería de marina ya tomó el control del aeropuerto, donde se amontona un hervidero de refugiados en espera de ser evacuados, y de periodistas y de miembros de organizaciones internacionales de todo el mundo.

Los objetivos de Washington

Según desliza The Washington Post, el verdadero objetivo de la flota norteamericana es rodear a Haití con un anillo de seguridad militar en prevención de los posibles (y previstos) brotes de violencia que amenazan con extenderse a todo el territorio haitiano.

Pero hay otra razón de fondo que parece justificar el desembarco militar: EEUU (en su condición de dueño del Patio Trasero) busca imponer su hegemonía de potencia nuclear y consolidar su control en la zona de catástrofe como ya lo hizo durante el tsunami asiático.

Los objetivos pueden ser varios, pero hay uno que sobresale nítidamente: Reemplazar a los Cascos Azules de la ONU y constituirse en única autoridad militar con un control directo sobre el gobierno de Haití.

Después del golpe en Honduras, los halcones y ultraconservadores de Washington impusieron a Obama un replanteo de las relaciones estratégicas con los gobiernos de la región.

Para los halcones ultra conservadores USA (el Pentágono y el "capitalismo de guerra" del Complejo Militar Industrial) Chávez y sus aliados son la "dictadura comunista" que querían apoderarse de Honduras de la mano de Zelaya.

El golpe hondureño, en realidad, fue sólo la punta del iceberg de un proceso geopolítico militar más profundo impulsado por el poder conservador de EEUU, que intenta sustituir a una estrategia de dominio que considera "demasiado blanda" (el "sistema democrático" de poderes civiles) por una alternativa de mayor control militar de la región adaptado a las crisis y a los conflictos intercapitalistas que se avecinan en el planeta.

Los conservadores (demócratas y republicanos) y los halcones militaristas que controlan los resortes de decisión del Pentágono y del Complejo Militar Industrial (capitalismo de guerra), están convencidos de que las políticas de "diálogo y tolerancia" que propicia Obama conducen a una pérdida del poder militar de EEUU y a una fortificación de sus enemigos situados en el "eje del mal".

La reactivación de la IV Flota USA patrullando aguas latinoamericanas fue una señal clara -dicen expertos regionales- de que EEUU está lanzando una señal preventiva a quienes se atrevan a poner los pies sobre los recursos estratégicos de la región (petróleo, agua potable y biodiversidad) que considera como suyos.

Enmarcado en estos hechos, el Pentágono y el Departamento de Estado ven como "potencial peligro" (con posibles ramificaciones en otros países) el desembarco comercial-militar del eje Rusia-China-Irán en América Latina utilizando a Venezuela como plataforma.

Expertos que manejan información confidencial en Washington vienen advirtiendo que las claves del golpe de Estado en Honduras y el incremento de la presencia militar USA en Colombia (bases militares) se encuentran en la creciente influencia (militar y comercial) rusa-iraní en América Latina y en su alianza estratégica con Venezuela.

La "cumbre" Medvedev-Chávez, a fines del año pasado, formó parte del decorado de una estrategia para integrar a Chávez como nuevo jugador en el tablero de la "guerra fría" Washington-Moscú, donde América Latina y la región petrolera del Caribe se convierten en un nuevo posible escenario de la guerra por el control de la energía entre Rusia y EEUU.

En ese escenario, los halcones del Pentágono y del Departamento de Estado (que manejan las políticas militares y las hipótesis de conflicto externo de Washington) no miran ni analizan a Chávez desde una perspectiva exclusivamente latinoamericana.

El presidente venezolano mantiene una alianza estratégica (de orden comercial y militar) tanto con Irán como con Rusia y China, potencias capitalistas emergentes que compiten con el eje USA-UE por el control de las redes energéticas y las reservas petroleras del triángulo Eurasia-Cáucaso-Medio Oriente, en una versión aggiornada de la "guerra fría" por áreas de influencia, esta vez protagonizada a niveles intercapitalistas.

Esto convierte al Caribe (con Haití adentro) en una región de alto voltaje en la resolución de la guerra fría por recursos estratégicos y energía que mantienen las potencias por su supervivencia futura.

En este escenario, la preocupación central del Pentágono es el despliegue de aviones, barcos y submarinos nucleares rusos en el Caribe, muy cerca de las principales reservas de petróleo y de recursos de biodiversidad en América Latina.

Aquí es donde Chávez (a pesar de su sociedad comercial estratégica con USA) se vuelve "rojo, rojito", al convertirse en el trampolín de Moscú en el patio trasero.

¿Y como cierra la catástrofe haitiana y el desembarco militar norteamericano en este escenario?

Muy sencillo: La ocasión hace al ladrón, y la catástrofe haitiana brinda a EEUU la posibilidad de reconvertir a Haití en un nuevo portaaviones terrestre para sus fuerzas de despegue rápido en la convulsa región centroamericana y caribeña.

A esto (y siguiendo una vieja técnica imperial de disfrazar la ocupación con una causa moral) la Casa Blanca y el Pentágono llaman graciosamente "misión humanitaria en Haití".


Manuel de Freytas IAR Noticias

Un sólo beneficiado en Haití

loultimoenpolitica.blogspot.com

Los viejos manuales de estrategia enseñan un principio: La mejor conquista es aquella que se hace en carácter de "salvador" y no de "invasor". Es la lógica del Chapulín Colorado que hoy aplica EEUU en Haití.

Por Manuel Freytas (*)
manuefreytas@iarnoticias.com


A cinco días del terremoto que arrasó con Haití, hay coincidencia mayoritaria en un punto: El gobierno, organizaciones sociales, observadores, corresponsales y analistas internacionales predicen un desenlace de violencia social generalizada a corto plazo en las áreas de la catástrofe.

Tres causas principales abonan ese pronóstico:

A) Ausencia de un plan de ayuda y de distribución de alimentos, coordinado y masivo, B) Ausencia de una autoridad (el gobierno) que organice los distintos niveles de la ayuda e imponga orden en las calles, C) Las bandas armadas que aprovechan la "tierra de nadie" para saquear las zonas devastadas y los enfrentamientos entre haitianos pobres por la comida.

El resultante se da en tres dimensiones: 1) Hambre, sed y angustia en crecimiento entre las víctimas que claman por socorro, 2) Anarquía y focos de violencia social que se tornan incontrolables para los Cascos Azules de la ONU, C) Guerras entre grupos armados que se disputan el control de la "zona liberada" de Puerto Príncipe.

En consecuencia: Lo que se vislumbra (a partir de una estimación general en Haití) es un tránsito de la catástrofe natural a una catástrofe social.

Todo se retroalimenta:

El hambre, la sed y la angustia generan desesperación social y alimentan una "olla a presión" de violencia generalizada y sin límites.

El caos y la violencia callejera generan el detonante y las condiciones para un estallido social inminente.

Los grupos armados (muchos de ellos politizados) incentivan los levantamientos para conducirlos dentro de un proceso de "libanización" de Haití (guerra civil con reparto territorial).

Algunos analistas ya hablan de "somalización" de Haití, entendida como la creación de feudos territoriales con "señores de la guerra" que negocian todo tipo de acuerdos con el poder central, o sea con las potencias y EEUU.

¿Cómo se corta este circuito explosivo?

El gobierno (una parásita gerencia de enclave de las corporaciones que sacan rentabilidad económica del empobrecido Haití) es completamente inoperante y carece de poder y de autoridad militar para imponer el orden y organizar una infraestructura de ayuda multitudinaria para las víctimas (un tercio de la población de Haití, según la ONU).

La ONU y su Consejo de Seguridad (integrado por las cinco principales potencias mundiales), en diversas reuniones la semana pasada, no consiguió acordar un plan global de coordinación y distribución del rescate y de la ayuda humanitaria en Haití.

Los gobiernos y las organizaciones internacionales, ante la ausencia de una planificación organizada, envían ayuda alimentaria y medicamentos en forma individual que, por ausencia de una autoridad distributiva, permanecen en su mayor parte concentrados en el aeropuerto y sin llegar a las millones de víctimas que padecen, sin agua, sin comida y sin electricidad, en zonas desvastadas y con principios de epidemia por los cadáveres en descomposición y sin enterrar.

Los Cascos Azules de la ONU, se ven rebalsados y no pueden controlar el caos y las peleas (a veces fatales y sangrientas) que se producen entre las víctimas para apropiarse de la comida y el agua, razón por la cual la mayoría de las veces la distribución no puede llevarse a cabo.

El intercambio de información y de datos sobre el escenario de la tragedia (números de muertos, heridos, daños, víctimas a socorrer, etc) se ve impedido a su vez por la ausencia de un comando central que reciba y procese la información y la distribuya entre las organizaciones oficiales y privadas actuantes.

Esto conduce a que nadie (ni el gobierno haitiano, ni las potencias, ni los gobiernos extranjeros, ni las organizaciones internacionales) cuente con datos fidedignos sobre lo que está pasando en las distintas zonas del desastre (estimación numérica de daños, muertos y víctimas a socorrer) .

En otras palabras, a nadie (incluidas en primer término la ONU y las potencias centrales) se le ocurrió elaborar un cuadro global de situación de la catástrofe, como punto de partida para planificar una acción coordinada y por niveles de rescate, ayuda humanitaria, y control de la seguridad en la devastada Haití.

En suma, todo lo que está pasando ahora en la Haití arrasada (caos, hambre, desesperación, guerras callejeras, enfrentamiento entre las víctimas, etc) es producto de un defecto original: La ausencia de un cerebro organizador y de una autoridad de aplicación política y militar.

En consecuencia: Haití, técnicamente, es una zona de catástrofe (humana, material y social) fuera de control.

¿Y a quién beneficia este cuadro de situación?

El Chapulín colorado

El portaaviones nuclear Carl Vinson ya está en las costas haitianas

Haití, convertida en zona de catástrofe y fuera de control, tiene un solo beneficiario: EEUU.

La razón: EEUU es la única superpotencia militar en el área en condiciones (logísticas y operativas) de imponer de inmediato una autoridad y un dispositivo militar de control efectivo para contener la explosión social y posibilitar la distribución masiva del agua y la comida que permanecen en los centros de acopio.

¿Y porqué (a seis días del terremoto) EEUU mantuvo una actitud pasiva en la ONU y la Casa Blanca solo se limitó a anunciar acciones de ayuda humanitaria limitadas?

Respuesta: Washington sigue una estrategia.

Y los viejos manuales de estrategia enseñan un principio: La mejor conquista es aquella que se hace en carácter de "salvador" y no de "invasor". Es la lógica del Chapulín Colorado.

Las potencias, la ONU, los gobiernos mundiales, las organizaciones internacionales, están pidiendo el "orden" y el fin de la violencia social que les permita ayudar y reconstruir a la devastada Haití.

Pacientemente, Washington (la potencia imperial hegemónica), esperó que se dieran las condiciones (profundización de la tragedia) para ingresar a Haití como el "gran salvador" montado sobre el corcel de una flota nuclear y con suficiente logística militar y tropas especiales para actuar en las zonas de conflicto del país devastado.

Esta vez, la operación no se llama "invasión militar" sino "misión humanitaria".

Que, en los hechos, en el teatro de operaciones, consiste en rodear a Haití con un "anillo nuclear" (portaviones, barcos, aviones y submarinos con capacidad nuclear) y desembarcar varios contingentes de tropas especiales (una brigada de la 82 División Aerotransportada de EEUU ya está en Puerto Príncipe).

Desde este lunes, y con el dispositivo nuclear-militar desplegado y posicionado, Washington parece emitir un mensaje: Señores, uds. pedían el orden y el control militar, y nosotros somos los únicos capaces de realizarlo.

Al Imperio solo le falta una cuestión burocrática: Que las potencias de la ONU (abrumadas por su incompetencia y por la profundización de la violencia social en Haití) permitan que las tropas estadounidenses reemplacen a los inoperantes Cascos Azules en el control militar de las áreas estratégicas del país. O sea, una ocupación militar efectiva de Haití.

Como diría un experto: La tragedia de Haití, llegó con un pan bajo el brazo para el Imperio yanqui.