16 ene 2009

Israel desprecia e ignora los pedidos de alto el fuego; asesinó al ministro del Interior de Gaza



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Naciones Unidas exigió de nuevo un alto el fuego. Hasta EE UU trata de atemperar el despiadado ataque. La respuesta israelí es el desprecio. La ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni, se reunió con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, mientras el depósito de alimentos en Gaza perteneciente a la ONU para los Refugiados ardía tras un ataque con proyectiles de fósforo. Ya se había entrevistado Livni con el presidente de la Cruz Roja, antes de que uno de sus hospitales, donde se guarecían 500 personas, fuera incendiado por la artillería. Los Psicópatas están fuera de control. Israel asesinó al Ministro del Interior de Gaza, perteneciente al gobierno electo democráticamente (de Hamas) por los ciudadanos palestinos.

Se reunió la ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni, con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, mientras el almacén de alimentos en Gaza de la Agencia de la ONU para los Refugiados ardía tras un ataque con proyectiles de fósforo. Ya se había entrevistado Livni con el presidente de la Cruz Roja, antes de que uno de sus hospitales, donde se guarecían 500 personas, fuera incendiado por la artillería. Fueron atacadas las oficinas de medios de comunicación, depósitos de combustible y decenas de objetivos. Gaza se hunde en el caos tras 20 días de destrucción planificada y de matanzas; 1.100 palestinos han muerto. Entre ellos, Said Siam, miembro de la cúpula de Hamás. Naciones Unidas exigió de nuevo un alto el fuego. Hasta EE UU trata de atemperar el despiadado ataque. La respuesta israelí es el desprecio. Las negociaciones a varias bandas de israelíes, egipcios, estadounidenses y turcos siguen lentamente. Muchos analistas militares consideran que la ofensiva de ayer responde al interés del Gobierno de Ehud Olmert por auparse a una posición de fuerza e imponer así sus condiciones. Piensan que el alto el fuego es próximo. No demasiados detalles han trascendido sobre las negociaciones. No obstante, se trata de que entre en vigor una tregua para que días después se retiren los soldados israelíes de Gaza y se reabran las fronteras de la Franja. Israel exige que se detenga el tráfico de armas a través de los túneles situados bajo el linde con Egipto, y que este país acepte la presencia de asesores estadounidenses y europeos para vigilar la frontera de Rafah. También desea el Ejecutivo de Olmert que se desplieguen buques en la costa para impedir el rearme de Hamás. La jornada de ayer fue el infierno para los 500.000 habitantes de la ciudad de Gaza y para el aterrorizado millón y medio que puebla la franja. Los bombardeos de la aviación fueron mucho más contundentes que en días anteriores de norte a sur del territorio asediado. Blindados y tropas israelíes machacaron el barrio de Tel el Hawa de la capital en la vigésima jornada de ataques indiscriminados frente a unas milicias que poco pueden batallar frente a la potentísima maquinaria bélica israelí. Con todo, lanzaron casi 30 cohetes contra varias ciudades de Israel. Miles de vecinos de Tel el Hawa, sobre todo mujeres y niños, fueron expulsados de sus casas y marchaban hacia el centro de la ciudad entre escombros y una densa humareda. Los hombres menores de 40 años fueron detenidos por soldados. En el Hospital Al Quds de ese barrio de Gaza se vivió el drama. Unas 500 personas permanecían encerradas en su interior. Muchas que habían abandonado sus hogares trataban de refugiarse allí. Imposible salir o entrar. "Los francotiradores israelíes dispararon a una niña en la cara y en el abdomen. También a su padre en la pierna. A los heridos más graves intentamos trasladarlos al Hospital Shifa, pero ahora no se puede. La gente se desangra cerca de nosotros pero no podemos acercarnos a atenderlos", relataba desde el hospital la cooperante Sharon Locke. "Mataremos a 10 enemigos por cada israelí muerto", amenazó un ministro israelí durante la guerra de Líbano de 2006. Y cumplió su palabra. Pero esas cifras palidecen hoy día. En el demoledor ataque a Gaza que se prolonga tres semanas, son casi 100 los palestinos fallecidos por cada una de las 13 víctimas israelíes. Entre los muertos, más de 300 son niños, y al menos 100 mujeres. Perdió la vida ayer uno de los objetivos más deseados por el Ejército israelí, Said Siam, ministro del Interior del Gobierno de Hamás y uno de los más influyentes líderes islamistas. Un edificio del campo de refugiados de Yabalia fue totalmente destruido por la aviación. El cráter era descomunal. Y bajo sus escombros pereció Said Siam. Evidentemente, no estaba escondido en el sótano del hospital Shifa junto a los demás líderes de Hamás, como había anunciado la propaganda israelí y desmentía tajantemente John Ging, jefe de UNRWA (Organismo de Obras Públicas y Socorro de Naciones Unidas, en sus siglas en inglés). Esas plantas bajas del hospital están repletas de cadáveres que no caben en los depósitos. Los mutilados se cuentan por decenas. Atenderlos en hospitales donde los médicos operan en salones y escaleras, a veces con la luz que emiten sus teléfonos móviles, es tarea ciclópea. Nueve organizaciones israelíes piden que se investigue la presunta comisión de crímenes de guerra. Porque los ataques a escuelas, sedes de organismos internacionales, ambulancias, clínicas móviles, oficinas de medios de comunicación han sido reiteradas. El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, aseguró que el ataque de ayer a la sede de UNRWA se debió a un "error". No se pone de acuerdo con Olmert, quien apuntó que milicianos habían disparado desde el interior del recinto. Los portavoces de UNRWA rechazan esta versión. Perdurarán en la memoria de los palestinos las matanzas perpetradas desde el 27 de diciembre. Lo recordarán siempre como recuerdan las masacres de Sabra y Chatila (Líbano, 1982) o la operación Escudo Defensivo en Cisjordania (2002), que arruinó este territorio. Como retienen en la memoria los asesinatos de sus líderes a lo largo de seis décadas, y la Nakba, la expulsión de 800.000 palestinos de sus pueblos y ciudades en 1948. La historia, sin embargo, no cuenta para los gobernantes israelíes. Ante este panorama habló la ministra Livni ayer de que Hamás se opone al proceso de paz iniciado en Annapolis en 2007. Unas negociaciones que su Gobierno dinamitó promoviendo la expansión de colonias judías en Cisjordania y que será complicado que los líderes palestinos puedan retomar en un futuro cercano. "Este no es un ataque contra Hamás. Es una agresión contra los palestinos. Todas las guerras tienen también objetivos políticos y lo que Israel persigue es separar definitivamente Gaza de Cisjordania", aseguró el negociador palestino Saeb Erekat, asesor del presidente Mahmud Abbas. El mandatario palestino, denostado en Cisjordania por su tibia respuesta a la invasión, sólo puede prometer fondos de los países donantes. Más de 1.000 millones de euros requerirá la reconstrucción de la devastada Gaza.