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Hasta ahora, Wall Street pensaba que los test de estrés a los que el Gobierno ha sometido a los 19 mayores bancos de EEUU no tendrían trascendencia para el mercado. Pero ayer se conoció que el Ejecutivo piensa hacer públicos los resultados, y eso lo cambia todo. Ahora surgen serias dudas sobre el proceso, en especial sobre su transparencia o si el Gobierno ha puesto el listón lo suficientemente alto para declarar que un banco tiene suficiente capital.
Y después de la fuerte remontada del sector en bolsa, muchos temen que la publicación de los test provoque una recaída. Según la CNBC, las preocupaciones de los inversores se agrupan en cuatro categorías:
1. Falta de transparencia: No se sabe exactamente qué es lo que se va a contar de los test, lo que ha desatado los rumores. Inicialmente pretendía mantener los resultados en privado, por temor a que los bancos que no pasaran la prueba provocaran el pánico entre sus accionistas y depositantes. Ayer se dijo que no será así, pero no se concretó cuánto se hará público ni de qué forma, lo que ha desatado los miedos en el mercado. La alternativa, según los analistas, habría sido revelar el plan por completo, para que los inversores supieran lo que se iban a encontrar desde el principio.
2. Que nadie suspenda: mucha gente opina que es muy probable que ninguno de los bancos sometidos a la prueba va a suspenderla. Su idea es que los bancos más fuertes emergerán como ganadores y no necesitarán más dinero público, pero que no se permitirá que los más débiles se hundan, sino que se les dará más tiempo para que capten capital con la ayuda del Gobierno. Es decir, nadie se quedaría atrás. Esto supondría que los malos negocios serán impulsados a costa de los buenos.
Y eso no gusta nada al mercado: "La razón por la que hay tanta desconfianza e incertidumbre en el sector financiero es que no se nos cuenta quién es fuerte y quién es débil", opina Mike Larson, analista de Weiss Research. Y ese juego de adivinar quién está bien y quién está mal suele provocar fuertes oscilaciones de las cotizaciones. Aparte de que el mercado se preguntaría si los estándares no son demasiado bajos, ya que aprueba todo el mundo.
3. ¿Alguien se creerá los resultados? Esa falta de transparencia y la idea de que las pruebas son demasiado laxas lleva al temor a que el mercado no se tome en serio los resultados de los test. Incluso los que creen que lo peor ha pasado para el sector prevén un fuerte escepticismo sobre los resultados: "Parece que no importa lo que haga el Gobierno, porque todo el mundo va a cuestionarlo a todos los niveles", según Gary Hager, presidente de Integrated Wealth Management. A juicio de los analistas, la credibilidad de los resultados dependerá de cómo haga pública la información el Gobierno. Y la clave es si van a señalar con el dedo a los peores bancos, con el riesgo de provocar una fuga de depósitos y un desplome en bolsa.
4. La bolsa va a caer de todas formas: un último argumento para el escepticismo es que el mercado tiene que volver a caer una vez que se ha agotado el rally de mercado bajista de las últimas cinco semanas. En ese caso, cualquier noticia puede ser el catalizador para la recaída; en este caso, ese catalizador sería el resultado de los test. Y si encima se hace público que un gran banco ha cosechado unos pobres resultados y necesita recapitalizarse, entonces la caída puede ser muy dura. Hay quien cita como ejemplo de lo que puede ocurrir lo que ha pasado esta semana con Goldman Sachs, que ha caído con fuerza en bolsa pese a batir las expectativas de resultados; los inversores dudan de que ese beneficio sea sólido y sostenible.
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