Si nadie se sale del guión previsto, los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 países de la UE, reunidos este jueves y viernes en Bruselas, darán largas a las peticiones de la Administración Obama para que el Viejo continente incremente sus inyecciones de fondos públicos para reanimar la economía.
Los dirigentes comunitarios deberían acordar que la prioridad en este momento es aplicar los planes de estímulo presentados desde finales del año pasado, y ver más adelante si es necesario seguir rascando el bolsillo de las arcas públicas nacionales.
Seguir aplicando las medidas acordadas
Según la versión más reciente del borrador de conclusiones de la cumbre -documento al que ya ha tenido acceso elEconomista-, José Luis Rodríguez Zapatero y sus homólogos decidirán "seguir aplicando las medidas de recuperación acordadas es fundamental tanto el nivel nacional como en el comunitario". E instarán a la Comisión Europea y al Consejo de Ministros de la UE "a que evalúen y observen las medidas adoptadas e informen a la Cumbre europea de junio de 2009".
Aunque todavía es objeto de negociación entre las diplomacias de los Veintisiete y su versión definitiva no será aprobada hasta este viernes a medio día, el borrador de las conclusiones de la cumbre se limita a subrayar que "se han hecho grandes progresos en la aplicación del Plan Europeo de Recuperación Económica adoptado en diciembre pasado".
Y puntualiza que "aunque los efectos positivos tardarán en notarse en la economía, la magnitud del esfuerzo presupuestario (en torno al 3,3% del producto interior bruto (PIB), es decir, más de 400.000 millones de euros) generará nuevas inversiones, impulsará la demanda y creará empleo".
Batalla por la 'calderilla'
La cumbre europea de este jueves y viernes intentará zanjar la batalla por la calderilla del plan europeo de estímulo económico. El conjunto del plan suma 400.000 millones de euros, y los 27 Gobiernos del club pelean desde el pasado mes de noviembre por un fleco de 5.000 millones. La Comisión Europea propuso movilizar este monto rebañando en las partidas no utilizadas del presupuesto de la UE.
Pero los países que pagan al bote común de la UE más de lo que reciben -caso de Alemania- se oponen a esta iniciativa porque el dinero presupuestado que se queda sin gastar es devuelto a las arcas nacionales. La iniciativa ha sido criticada porque contempla inversiones a largo plazo que no responden a la filosofía de las intervenciones rápidas para parchear la crisis; y porque el debate se ha centrado más en el reparto de los proyectos entre los países para que todos se lleven un trozo de la tarta, más que en el carácter prioritario de los mismos.
Estos 5.000 millones deberían destinarse, si hubiera acuerdo, a impulsar el despliegue de redes de telecomunicaciones de banda ancha en zonas rurales, y a infraestructuras energéticas. En la lista de casi 40 proyectos hay cuatro que interesan a España.
El primero es reforzar la red francesa de gas en el eje África-España-Francia, proyecto que entregaría 200 millones de euros a Francia y del que Madrid espera arrancar algún pellizco. El segundo es reforzar la interconexión eléctrica Portugal-España, de la que los lusos se llevarían 40 millones y, en principio, España la satisfacción de ver mejorada la interconexión. El tercer proyecto es la interconexión Francia-España entre la localidad catalana de Santa Llogaia y la gala de Baixas, que permitiría que París y Madrid se repartieran 225 millones de euros.
El cuarto proyecto con impacto en España serían los 180 millones para investigación y desarrollo en la localidad leonesa de Compostilla de la tecnología de captura y almacenamiento de emisiones de CO2. Fuente: ElEconomísta
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