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Las cosas para el gigante del motor se complican después de que el director financiero de General Motors, Ray Young, haya asegurado que la compañía no pagará 1.000 millones de dólares en deuda que vencerán el próximo 1 de junio. Ese mismo día, el grupo deberá presentar su plan de reestructuración al Gobierno para poder recibir créditos públicos para mantenerse operativa.
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En unas declaraciones recogidas por The Wall Street Journal, Young anunciará a los tenedores de bonos (en America Latina a los bonos emitidos por empresas privadas les llaman Obligaciones Negociables) que tendrán que intercambiar deuda por acciones, en una oferta que les trasladará en breve. Si no sale adelante, el grupo automovilístico podría declararse en bancarrota, una posibilidad que el propio ejecutivo reconoce como "probable".
Este movimiento responde a la política de la compañía de reducir la deuda que debe a sus tenedores de bonos, que alcanza hasta los 28.000 millones de dólares. Además, se trata de una de las peticiones realizadas por el Gobierno para aportar más créditos a General Motors.
El próximo uno de junio, el grupo de Detroit deberá presentar un plan de reestructuración que cuente con el visto bueno del gobierno para poder acceder a los fondos del Estado para mantenerse operativa. La última medida conocida es la decisión de recortar 1.600 puestos de trabajo en sus fábricas de Estados Unidos antes de que acabe el mes de abril.
También, Young ha desvelado que intentará llegar a un acuerdo con los sindicatos para llegar a una reducción en los costes médicos de 20.000 millones de dólares. De no llegar al primer día de junio con los deberes hechos, General Motors no tendrá otra salida que la bancarrota una posibilidad que cuenta con la simpatía de la 'Administración Obama'.
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