Ha causado sensación en el sector financiero de Estados Unidos –y no sólo allí- la noticia de que el mayor banco suizo, UBS, ha llegado un acuerdo para desvelar los nombres y movimientos bancarios de cientos de sus clientes norteamericanos acusados de fraude fiscal. Tomar esta medida puede ser el principio del fin del secreto bancario suizo, que data de los años 30. Pero no tomarla era la muerte de UBS.
foto: Hans Rudolf Merz, ministro de Finanzas Suiza
Todo empezó cuando el departamento de Justicia de Estados Unidos acusó a UBS de conspirar para defraudar al país, haciéndole legalmente cómplice de que 17.000 norteamericanos mantengan cuentas ocultas al fisco. Las pérdidas fiscales por este motivo se estiman en unos 18.000 millones de dólares. Si el proceso legal así emprendido llegara hasta el final podría peligrar la supervivencia de UBS, que por eso se avino a llegar a un arreglo: pagará una multa de 780.000 millones de dólares (614.000 millones de euros), reformará sus prácticas y “delatará” a unos 250 clientes.
Es sólo una pequeña porción de las 17.000 cabelleras que pide el Tesoro norteamericano, y no es sorprendente que las pida en este momento. El presidente Barack Obama ha dado orden de perseguir sin cuartel a los morosos con el gobierno. Y en Suiza se ocultan el 27 por ciento de los activos expatriados del mundo.
Los 250 nombres entregados no serán muchos pero sí son bastantes para sembrar el pánico en unos y la ilusión en otro. Los países de la Unión Europea –con Alemania a la cabeza- que quieren borrar los paraísos fiscales de la tierra ya hacen votos por emprender acciones legales como esta con la esperanza de que tengan el mismo éxito.
Otra cosa es que en Suiza no lo tengan tan claro. Su ministro de Economía, Hans-Rudolf Merz, ha descrito la claudicación de UBS como un “caso aislado”, que no quieren que cree tendencia y que el gobierno sólo ha permitido para evitar que la caída de este banco perjudique a todo el sistema financiero del país. Kunz incluso cuestionó la impaciencia norteamericana como impropia de un estado constitucional, y advirtió de que la base legal para sus acciones es “muy débil”.
A diferencia de Estados Unidos, Suiza distingue entre la evasión y el fraude fiscal, considerando ilegal tan sólo este último. Los clientes norteamericanos que van a quedar al descubierto han sido cuidadosamente elegidos entre los que están acusados de fraude y no de simple evasión u opacidad. UBS insiste en que el secreto bancario se va a levantar esta vez pero no por sistema, y para ilustrarlo ayer se negó a satisfacer nuevas pretensiones norteamericanas para obtener los datos de 52.000 cuentas secretas por valor de 14.800 millones de dólares.
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