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Las monedas del Este, en caída libre. Solicitan ayuda para evitar la quiebra. El temor se cierne sobre Rumanía, Hungría, Polonia, República Checa, Ucrania e, incluso Austria. Alemania estudia salir al rescate, ya que la banca europea es la más expuesta a este colapso . En el seno de la Unión Europea crece el temor acerca de la posible insolvencia de Irlanda y las crecientes dificultades financieras que padecen países como España, Grecia, Portugal e Italia.
Sin embargo, la mayor preocupación reside en el posible colapso económico al que se enfrenta Europa del Este, ya que sus monedas no cuentan con el respaldo del euro.
Las divisas nacionales del Este europeo se han depreciado fuertemente desde el otoño, cuando empezaron a percibirse los primeros efectos de la crisis financiera mundial en esta región, y en algunos casos como Polonia la caída llegó al 55%. Polonia, la República Checa, Hungría y Rumanía, todos ellos países comunitarios, pero fuera de la eurozona, comparten un problema común: Una moneda nacional que se ha depreciado a marchas forzadas en los últimos meses frente al euro y otras divisas fuertes. La corona checa, que el miércoles cotizó en Praga a 28,85 unidades por euro, ha perdido un 25,6% desde el pasado 21 de julio, cuando alcanzó su máximo histórico, tras cerrar 2008 con una balanza comercial negativa y haber sido la exportación un importante factor de la economía checa. Los vecinos eslovacos escindidos de los checos en 1993 se han salvado del deterioro monetario, ya que han ingresado en la zona euro el 1 de enero de este año y han adoptado la moneda única.
En el caso del sloty polaco, una de las divisas que estuvo entre las más fuertes fuera de la zona euro, se ha depreciado desde el verano pasado un 54,3%. En vista de ello, el primer ministro polaco, Donald Tusk, comunicó ahora una intervención con recursos financieros comunitarios para salvar al sloty del desastre, un anuncio que se contradice con los postulados de sorprender a los mercados de divisas, informa Efe. El leu rumano también ha retrocedido un 20% desde comienzos de 2008, lo que ha encarecido enormemente el pago de créditos asumidos en la moneda única. La precaria situación financiera del país comunitario más poblado en los Balcanes quedaba el miércoles patente, cuando el presidente del Banco Nacional de Rumanía, Mugur Isarescu, reconoció por primera vez ante la prensa que su país puede necesitar créditos urgentes del Fondo Monetario Internacional (FMI) o de la Unión Europea para evitar el hundimiento de su economía.
Rumanía estudia pedir créditos urgentes al FMI
Hungría, el país del Este europeo más próximo a la bancarrota, y que recibió ya en octubre créditos del FMI y de la UE por 20.000 millones de euros para evitar el colapso, tampoco se ha salvado de la caída del tipo de cambio del forinto, que desde junio de 2008 perdió un 27%. Pero el primer ministro húngaro, Ferenc Gyursány, un experto en inversiones, dejó ante la prensa sin aclarar si el banco emisor intervendría en los mercados para apoyar al forinto. Rumanía también ha tratado las intervenciones con máximo cuidado, y, al igual que Hungría, su moneda, el leu, ha sufrido una fuerte depreciación en el mercado.
Plantean retrasar la entrada en el euro
En los tres países (Hungría, Rumanía y Polonia), los responsables de la política monetaria parecen coincidir en la conveniencia de no apresurarse a introducir el euro, en el supuesto que cumplieran con los estrictos criterios de Maastricht para ello, que ahora no es el caso. Y es que, una depreciación de la moneda en los países del Este europeo supone una ventaja para sus exportaciones. Sin embargo, una súbita depreciación de la moneda conlleva un riesgo difícil de calcular para muchas empresas, comentó el gobernador del banco central húngaro, Andras Simor. Por ello, en la República Checa, el fabricante automovilístico Skoda ha empezado a calcular todos sus contratos en euros para evitar riesgos adicionales a la segura bajada de las exportaciones por la crisis global que se ha extendido también al Este europeo. Los principales y más directos afectados por estos movimientos monetarios son los consumidores en esos países que han tomado créditos en divisas para hipotecas y comprar automóviles, en su mayoría en euros, pero también en dólares, yenes y francos suizos.
La deuda está nominada en divisas extranjeras
Los bancos fueron raudos en concederlos en la época de las vacas gordas, cuando estas divisas tenían unos tipos de interés bajos, pero su pago ahora se ha encarecido, en algunos casos como Rumanía en más de un 30%. En Polonia, un 70% de estos préstamos fueron concedidos en francos suizos, al igual que otro alto porcentaje en Hungría, mientras que en Rumanía un 90% se cerró en euros. Como resultado, los bancos temen que la morosidad suba como la espuma y que muchos consumidores no puedan devolver las cuotas mensuales. Un botón de muestra es Polonia, donde el número de créditos impagados en los últimos cuatro meses subió un 26,6% hasta los 1.900 millones de slotys (390 millones de euros). Por el contrario, los eslovacos, que tienen euros en sus bolsillos desde el 1 de enero, van de compras a los países vecinos con una moneda fuerte. El lado negativo es que el pequeño país está dejando de ser un zona de salarios baratos comparados con sus vecinos, que ven desmoronarse sus monedas nacionales a gran velocidad. Riesgo de colapso:
Como resultado de todo ello, se suceden las voces de alerta. Hungría y Rumanía advierten del delicado estado de sus finanzas públicas y de la banca privada. El aldabonazo lo dio la agencia de calificación Moody's, con un análisis demoledor: Europa del Este es la región más vulnerable ante la crisis y puede arrastrar a parte de la banca de Europa occidental al precipicio después de conceder allí créditos por cerca de 1,5 billones de euros, aunque otros analistas elevan esta cifra, tal y como avanzó Libertad Digital el pasado noviembre. En Ucrania, un país de casi 50 millones de habitantes, la situación también es cercana a la bancarrota, según el Banco Nacional, y su economía tuvo que ser apuntalada por el FMI con un crédito de 16.400 millones de dólares para salvarla del colapso.
La difícil situación para pagar los créditos se vería empeorada si -tal como advirtió Moody's- la calificación crediticia de los bancos de la región fuese rebajada, lo que aumentaría el coste por intereses. Sin embargo, el país occidental más afectado es sin duda Austria, ya que la región del Este acapara una quinta parte de sus exportaciones y su sistema bancario es el más expuesto en esos países, después de haber concedido créditos por 230.000 millones de euros, el 70% del PIB del pequeño país alpino.
La situación es tal que el gobierno ya no descarta nacionaliza la banca austríaca, y el vicecanciller federal y ministro de Finanzas austríaco, Josef Pröll, ha completado en los últimos diez días una frenética gira por todos los países de la región para promover un paquete de rescate de 150.000 millones de euros. Pröll ha subrayado para defender la iniciativa que "no nos podemos permitir actuar cuando la situación sea verdaderamente seria", aunque sus esfuerzos han tenido escaso eco en Bruselas y en Berlín. Entretanto, la prensa austríaca ha comenzado a preguntarse si Austria puede declararse en bancarrota. La deuda pública, antes cerca del porcentaje de la alemana, ofrece ahora unos intereses próximos a la griega.
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