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La crisis financiera recesiva exportada originalmente de EEUU ya se expande con fuerza por toda Europa y el colapso financiero con desaceleración económica y desempleo se contagia aceleradamente tanto por las economías del euro como por los países del Este que afrontan crecientes huelgas y protestas sociales, que han llevado a la (des)Unión Europea a decretar alerta roja y una agenda de reuniones de urgencia para afrontar el terremoto económico recesivo que empieza a producir serias fisuras de división en su bloque. Las divisiones y los enfrentamientos se acentúan por la negativa de los bancos de las potencias centrales a socorrer a países más vulnerables que han ingresado en cesación de pagos a causa de la recesión
El domingo ppasado los líderes de la Unión Europea (donde la crisis recesiva y la desocupación ya han abierto una "guerra proteccionista" entre las ricas potencias centrales del Euro y los ex países socialistas de Europa del Este,quienes sufren con más rigor el peso de la crisis) dejaron al desnudo sus dificultades para coordinar una respuesta unificada a la crisis financiera recesiva que sacude a la región.
Las tensiones que salieron a flote en la cumbre del domingo dejaron de manifiesto la dificultad de forjar una estrategia coherente para combatir una recesión que ha golpeado a los 27 miembros del bloque con fuerza desigual. Incluso los líderes de Europa Central y del Este, la zona más afectada por la crisis, mostraron divergencias acerca de los "planes de rescate". Alemania y las potencias más ricas del euro ya advirtieron que, en caso que aumenten los países que quedan al borde de una cesación de pagos, sus bancos van a afrontar crecientes dificultades para acudir al rescate de los países miembros que lancen pedidos de ayuda. Durante la cumbre, que fue convocada por el primer ministro checo, Mirek Topolanek, quien ocupa la presidencia rotativa de la Unión Europea, los líderes europeos reiteraron su compromiso de "no caer en medidas proteccionistas", pero abandonaron Bruselas con pocas decisiones concretas y ningún indicio de que habrá un plan paneuropeo que incluya a los países del Este. La zona euro enfrenta su peor crisis económica en décadas, y según informes divulgados el viernes la tasa de desempleo subió a 8,2% en diciembre mientras las empresas redujeron gastos y planteles de empleados en forma generalizada. Las turbulencias económico financieras, y los disturbios sociales y sindicales ya se llevaron puestos a los gobiernos de Bélgica e Islandia, y comienzan a generar inestabilidad y principios de caos social en las primeras potencias del euro, como Francia y Reino Unido, además de arrasar con las ex naciones comunistas de Europa del Este, donde se han registrado algunas de las mayores movilizaciones de los últimos 20 años. A medida que las consecuencias de la desocupación y el desplome del poder adquisitivo del salario se hacen sentir por toda Europa, la protesta baja a la calle en cada vez más países para expresar el descontento. El malestar social que generan la desocupación creciente y el deterioro de las condiciones salariales, así como el achicamiento de la capacidad de consumo, exacerba el estado de frustración colectiva, provoca pérdida de confianza en los políticos y alimenta las huelgas y protestas sociales que comienzan a extenderse por toda la geografía europea. "La situación es preocupante y puede empeorar en los próximos meses", alertó el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn. "La crisis amenaza con provocar protestas "casi en todas partes", advirtió. Hungría, Bulgaria, Rumania y otros países de Europa Central y del Este hacen frente a una aguda contracción a medida que el auge de la producción industrial se revierte. En los países bálticos, Letonia, que financió su expansión con deuda externa, se está quedando sin fondos. El colapso financiero se vio desbordado en Hungría y otros países al margen de la zona euro, donde los empresarios financiaron auges de la construcción endeudándose con préstamos en la moneda común europea y hoy sufren principio de cesación de pagos acompañado por una desaceleración severa de la producción, como consecuencia de la retracción del crédito con baja del consumo. Además -como sostiene The Wall Street Journal- el colapso de las divisas locales está encareciendo esos préstamos. La UE, asimismo, tiene que tomar en cuenta la situación de los países que integran la zona euro, en especial Irlanda, que hacen frente a un complicado panorama de baja de recaudación fiscal. Los países más vulnerables de la zona euro, como Portugal, Irlanda y Grecia parecen más proclives a interrumpir el pago de su deuda. El aumento de los niveles de endeudamiento llevó a la calificadora de crédito Standard & Poor's a rebajar en enero la calificación de Portugal, Grecia y España. Los analistas creen que Irlanda podría perder su calificación AAA este año, mientras que Austria también se ve en apuros. El costo del seguro contra una posible cesación de pagos por parte del país casi se duplicó en las últimas tres semanas y ahora es el segundo más alto del bloque, detrás de Irlanda, de acuerdo con la firma de información de crédito Markit Group. La crisis recesiva empieza a ejercer presión sobre los presupuestos de algunos gobiernos del euro, y en general de los países del Este, que aumentan sensiblemente sus gastos para estimular su economía en medio de una caída de sus recaudaciones tributaria por la desaceleración económica. En ese escenario, las potencias dominantes del euro, cuyos bancos centrales y redes de bancos privados lideran el negocio con los rescates y "salvatajes financieros" entre los miembros del bloque, se muestran cada vez más renuentes a prestar dinero a los países cada vez más "insolventes" de Europa del Este. Como dicen los operadores de Wall Street: "Los negocios son negocios, incluso durante la crisis", y el sionismo financiero de Europa y EEUU sólo prestan a quienes pueden pagar los intereses y devolver el capital. No es casualidad que fuera Alemania, uno de los socios más fuertes de la banca de Wall Street en Europa, quien advirtiera que los bancos del euro solo van a "rescatar" países que no tengan comprometida su capacidad de pago ni su gobernabilidad política, un fenómeno que se ya extiende por la mayoría de los países del Este. Según The Wall Street Journal, cualquier paquete de rescate respaldado por Alemania y las potencias más fuertes (como el caso de Reino Unido y Francia) contendrá estrictas condiciones que obliguen a los países receptores de la ayuda a poner en orden sus cuentas fiscales, aunque el ajuste de cinturón agrave la recesión. Las reglas de la UE estipulan que los países miembros necesitan tener un déficit fiscal inferior al 3% del Producto Interno Bruto, y siete miembros de la zona euro sobrepasarían ese límite este año, mientras que los países del Este no alcanzan a cubrir esas condiciones. No obstante, hay sensibles diferencias sobre el impacto de la crisis en el Este, cuyos países sufren en forma desigual el impacto del colapso financiero recesivo. "La situación es muy diferente" en las economías de la región, señaló. "No podemos comparar a Eslovaquia ni a Eslovenia con Hungría",señaló Merkel. Alemania dejó en claro que es partidaria de "otorgar asistencia a ciertos países", pero agregó que la mejor forma de hacerlo era a través de organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional. La semana pasada, el Banco Mundial, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo y el Banco Europeo de Inversión informaron que proveerían 24.500 millones de euros en financiación para los bancos de Europa del Este, que sólo será distribuida en países que afronten problemas de "cesación de pagos". Claramente, la "insolvencia" para devolver los créditos y pagar los intereses del "salvataje" es la frontera que hoy divide a las potencias ricas del euro de los países pobres del Este, una situación que pone a la Unión Europea al borde de la división. La cuestión pone en evidencia como el sistema capitalista (tanto en crisis como en condiciones normales) solo respeta la ley de la rentabilidad y no desembolsa dinero ni ayuda sin garantía concreta de contraprestación o de pago. Indica además, que la "solidaridad" y la "unidad" entre los países del bloque europeo es sólo un discurso vacío, mientras que lo que predomina es la competencia intercapitalista y las relaciones fundadas en el "pragmatismo comercial" entre los socios del euro. En este escenario, donde sólo se presta dinero si se garantiza la devolución con rentabilidad incorporada, las contradicciones y los enfrentamientos son cada vez más acentuados entre las potencias ricas y los países más pobres del Este estrangulados por la recesión económica que no pueden afrontar ni garantizar los pagos. Como diría Bill Clinton: "Es el capitalismo estúpido". Que en Europa, en plena crisis recesiva y con conflictos sociales en ebullición, parece marchar derechito al suicidio.Fuente: IAR
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