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El triunfo de Ahmadineyad no es un dato menor: Irán es un jugador clave en el tablero de la guerra (por ahora fría) por el control geopolítico militar de los recursos energéticos del denominado "triángulo petrolero" Eurasia-Cáucaso-Medio Oriente.
El entramado estratégico de las redes energéticas del eje Eurasia-Cáucaso-Medio Oriente. Más del 70% de las reservas mundiales, define no solamente el destino del planeta a corto y mediano plazo sino que también define si el planeta va a llegar a su destino vivo o muerto.
En ese escenario, Irán, un gigante que comparte fronteras con Irak, Turquía, Afganistán y Pakistán, que limita al noreste con el Mar Caspio y toca al suroeste sus fronteras con el Golfo Pérsico, se convierte en la caja de resonancia estratégica de cualquier conflicto que estalle en el Cáucaso o en los corredores euroasiáticos del gas y petróleo.
En ese polvorín de la "guerra energética", todo lo que pasa repercute en Teherán y en sus fronteras, y todo lo que pasa en Irán se expande rápidamente a sus vecinos, y, todos juntos, representan el corazón estratégico de la guerra intercapitalista por áreas de influencia y recursos energéticos que disputan Rusia y el eje USA-UE.
Además, un posible panorama de la resolución de la guerra energética intercapitalista se complementa con el cuadro de la crisis económica estructural del sistema capitalista que ya se proyecta con una amenaza de recesión y despidos masivos de trabajadores a escala global.
El punto de convergencia de ambos factores, la guerra energética y la crisis económica-financiera, marca las agujas del reloj del sistema capitalista a escala global. Ambos se retroalimentan para detonar un desenlace encadenado.
El Factor Nuclear
En ese escenario, el triunfo arrasador de Ahmadineyad implica la línea de continuidad de la política de confrontación con Israel y EEUU, sobre todo el tema del programa nuclear iraní.
Tras la victoria de Ahmadineyad, el gobierno israelí consideró en un comunicado que la reelección de Mahmud Ahmadineyad al frente de
"Si había alguna sombra de esperanza de cambio en Irán, he aquí la reelección de Ahmadineyad, que significa ante todo el aumento de la amenaza iraní", apuntó el viceministro de Asuntos Exteriores, Danny Ayalón, en un comunicado.
Un informe del OIEA advirtiendo la semana pasada que Irán posee el uranio altamente enriquecido necesario para fabricar una bomba nuclear disparó nuevas tensiones y preocupación en EEUU e Israel que han retomado una escalada de advertencias al régimen de Teherán sobre los riesgos a los que se enfrenta si continúa con su programa atómico.
Por su parte, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, no descartó la posibilidad de un ataque preventivo contra Teherán, afirmando que los EEUU no quieren otra carrera de armamentos desencadenada por un Irán con armas nucleares.
En los últimos días, Israel pidió a la "comunidad internacional" que obligue a Teherán a "detener de inmediato" su programa nuclear, que el Estado judío percibe como la principal amenaza a su existencia.
Por su parte, el ministro de Cooperación Regional, Silvan Shalom, del derechista Likud, afirma que los resultados "explotan en la cara de quienes pensaron que Irán estaba hecho para el diálogo verdadero con el mundo libre, incluyendo el cese de su programa nuclear".
"La victoria de Ahmadineyad es un mensaje claro al mundo de que su política tiene el apoyo mayoritario de su pueblo y, por tanto, la mantendrá", agregó Shalom.
Pero en el tablero estratégico del Medio Oriente Irán representa algo más que una "amenaza nuclear" a Israel.
Por las líneas geopolíticas iraníes se trasmiten y retrasmiten los teatros de conflicto que atraviesan la escala comprendida entre Eurasia y Medio Oriente, cuyos desenlaces impactan directamente en las fronteras de Irán, ubicadas entre el Mar Caspio y el Golfo Pérsico, las llaves estratégicas del petróleo y la energía mundial.
Es decir que (y por lógica de osmosis) Irán ya forma parte esencial del conflicto del Cáucaso que se puede proyectar por sus fronteras al Golfo Pérsico, a Irak y al Medio Oriente.
La mayor potencia del mundo islámico es una llave estratégica para el dominio y control militar de la región del Golfo Pérsico y del llamado "triángulo petrolero" (Mar Negro-Mar Caspio-Golfo Pérsico), donde se encuentran más del 70% de las reservas petroleras y gasíferas mundiales, un elemento clave para la supervivencia futura de las potencias capitalistas del eje USA-UE.
En ese escenario, la reelección del presidente iraní marca un punto decisivo y crucial en la resolución del conflicto de Medio Oriente.
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