Los tres primeros espadas de la UE fulminaron la Cumbre sobre el empleo que los jefes de Estado y Gobierno de los 27 países del club preveían celebrar en Praga el 7 de mayo. Nicolas Sarkozy, presidente de Francia; Angela Merkel, canciller de Alemania; y Gordon Brown, primer ministro de Reino Unido, desinflaron la iniciativa impulsada desde febrero por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso y por el primer ministro de la República Checa y actual presidente semestral de la UE, Mirek Topolánek.
Foto: Bancos y automotoras (la columna vertebral del capitalismo) eso es lo único importante, parecen decirse los tres líderes europeos
De poco sirvió que José Luis Rodríguez Zapatero, y su ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, simpatizaran con la idea.
La intención inicial era dar la imagen ante la opinión pública europea de que sus dirigentes se movilizan no sólo para parchear los problemas de los acaudalados banqueros, sino también contra el paro de los ciudadanos de a pie. El Gobierno y los interlocutores sociales españoles habían reclamado el jueves un plan europeo de acciones coordinadas contra el desempleo. Y mostraron su confianza en la abortada cita de Praga.
Pero el rango de la reunión de Praga fue ayer degradado. El presidente de la Comisión Europea, la patronal y los sindicatos no se reunirán con los 27 jefes de Estado y Gobierno, como estaba inicialmente previsto. Los Ejecutivos nacionales serán representados por el primer ministro checo, presidente de la UE, durante la primera mitad de 2009. Aún no está cerrado si también acudirán el primer ministro sueco, que asumirá la Presidencia de la UE durante la segunda mitad de este año, y José Luis Rodríguez Zapatero, que presidirá el club durante el primer semestre de 2010.
Valor más simbólico que real
Según fuentes comunitarias, Nicolas Sarkozy se fue encendiendo a medida que criticaba la iniciativa cuya autoría adjudicó a Durao Barroso. El galo cuestionó la utilidad de la reunión. Aseguró que era obvio lo que los interlocutores sociales pedirían. Y descartó que el resultado serían mensajes o decisiones a la altura de las expectativas que el evento despertaría.
Merkel propuso cambiar el nombre de la cita para diluir el protagonismo del empleo y mostró su temor a que los Veintisiete dieran una imagen de división.
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