En una operación global, cuyo desarrollo se completó el lunes, el Imperio USA centraliza todos los controles de decisión en Haití, y se erige (de hecho) en autoridad política y militar de toda la zona de catástrofe, incluída la sumisión del gobierno haitiano y de las organizaciones internacionales (que actúan en el área) a su mandato.
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En sus áreas de competencia, el Departamento de Estado diseña y coordina la operación a nivel internacional, el Pentágono diseña y coordina el dispositivo de "seguridad" (léase ocupación y control militar de Haití) y las operaciones de rescate y distribución de ayuda, mientras que la USAID canaliza la ayuda internacional, incluido el Programa Alimentario Mundial.
Pero el verdadero objetivo de la "misión humanitaria" en Haití se define por el ejecutor táctico en el teatro de operaciones: El Comando Sur de EEUU (SOUTHCOM), que tiene su base en Miami.
Para no tener ninguna duda sobre el verdadero propósito de la "misión humanitaria" conviene repasar el objetivo funcional de de la misión asignada al SOUTHCOM: "Dirigir (en América Latina y el Caribe) operaciones militares y promover la cooperación en el terreno de la seguridad para conseguir los objetivos estratégicos de EEUU”.
Sus cuadros de oficialidad y soldados están capacitados (y entrenados) para supervisar y operar en los escenarios de conflicto militar o de "contrainsurgencia" (léase "narcoterrorismo") y desempeñar la función de policía militar en América Latina y el Caribe.
A buen entendedor pocas palabras: El SOUTHCOM no es una organización de "ayuda humanitaria" sino una fuerza imperial de ocupación militar.
El portaaviones nuclear USS Carl Vinson, sus barcos, submarinos aviones, ya rodean a Haití dentro de un "anillo nuclear", mientras tropas especiales de asalto y de seguridad ya están desplegados en Puerto Príncipe.
Entre los diez mil efectivos asignados hasta ahora: Tanto la Unidad Anfibia de la Marina (marines), así como los soldados de la 82 División Aerotransportada del Ejército de EEUU "están entrenados en una amplia variedad de misiones, entre las que se incluyen las de seguridad y control de disturbios, además de tareas humanitarias”, según el Pentágono..
De esta manera, en una acción global, el Imperio USA centraliza todos los controles de decisión y se erige (de hecho) en autoridad política y militar de toda el área que incluye la sumisión del gobierno haitiano y de las organizaciones internacionales (que actúan en el área) a su mandato.
Siguiendo una estrategia, Washington conspiró y actuó expeditivamente para constituirse como "poder alternativo" al "vacío de poder" imperante tras la catástrofe sísmica que devastó Haití.
La ONU y su Consejo de Seguridad (integrado por las cinco principales potencias mundiales), en diversas reuniones la semana pasada, no consiguió acordar un plan global de coordinación y distribución del rescate y de la ayuda humanitaria en Haití.
Los gobiernos y las organizaciones internacionales, ante la ausencia de una planificación organizada, enviaban ayuda alimentaria y medicamentos en forma individual que, por ausencia de una autoridad distributiva, permanecían en su mayor parte concentrados en el aeropuerto y sin llegar a las millones de víctimas que se encuentraban sin agua, sin comida y sin electricidad, en zonas desvastadas y con principios de epidemia por los cadáveres en descomposición y sin enterrar.
Los Cascos Azules de la ONU, se veían rebalsados y no podían controlar el caos y las peleas (a veces fatales y sangrientas) que se producían entre las víctimas para apropiarse de la comida y el agua, razón por la cual la mayoría de las veces la distribución no puedán llevarse a cabo.
El intercambio de información y de datos sobre el escenario de la tragedia (números de muertos, heridos, daños, víctimas a socorrer, etc) se veía a su vez impedido por la ausencia de un comando central que recibiera y procesara la información y la distribuyera entre las organizaciones oficiales y privadas actuantes.
De hecho, y en una acción en tres dimensiones (política, militar y "humanitaria") EEUU consolidó su mejor operación de ocupación militar sin disparar un solo tiro.
La propia incompetencia de sus aliados capitalistas centrales, le posibilitó consolidar de hecho un sistema de dominio y control sobre la devastada isla haitiana.
Señala el corresponsal de El País de España: "Como estaba previsto por el Pentágono y el Departamento de Estado: Ante la inoperancia de Naciones Unidas, el Ejército norteamericano ha comenzado a repartir la ayuda internacional entre problemas de inseguridad e infraestructuras. Más de 14.000 bolsas de comida y 15.000 litros de agua han sido distribuidos entre los escombros de Puerto Príncipe".
Y agrega: "El teniente general Ken Keen, responsable de la Fuerza Conjunta que opera en Haití, ha hecho hincapié en los problemas de inseguridad que se viven en algunas zonas, que si bien no son extremadamente superiores a antes del terremoto, sí crean problemas puntuales para la distribución de la ayuda. "Hay incidentes de violencia que nos impiden entregar la asistencia humanitaria y debemos de hacer frente a estos problemas", ha dicho el militar, quien ha destacado que la Misión de Pacificación de la ONU en Haití (MINUSTAH) está haciendo "todo lo que puede" para resolver este problema".
De acuerdo con lo informado en la prensa internacional, la operación de desembarco militar-humanitario fue arreglada por los presidentes Obama y Préval por teléfono, pero -señalan varios medios norteamericanos- se omitió decir que ambos gobiernos (el títere y el patrón) habían convenido el despliegue de tropas estadounidenses sobre suelo haitiano.
Según el diario español, "Washington adoptó e impuso unilateralmente las decisiones. La ausencia total de un gobierno en funciones en Haití se utilizó para legitimar, a partir de motivos humanitarios, el envío de una poderosa fuerza militar, que ha asumido de facto diversas funciones gubernamentales".
Fuerzas especiales de EEUU ya tomaron las funciones de control del tráfico aéreo así como la dirección operativa del aeropuerto de Puerto Príncipe.
Desde ese comando, y habiendo removido a los funcionarios haitianos, ordena y controla todo el flujo de la ayuda humanitaria y suministros de emergencia que llegan al país devastado enviados por gobiernos y organizaciones internacionales de todo el mundo.
Pero, la intervención de EEUU (léase ocupación militar de Haití) no es ningún "estreno", y entre las varias existentes puede citarse el derrocamiento del presidente Arístide en el 2004.
Señala el profesor y experto Michel Chossudovsky: "Los meses anteriores al golpe de Estado de 2004, las fuerzas especiales estadounidenses y la CIA estuvieron entrenando a escuadrones de la muerte compuestos por los antiguos tonton-macoute de la era Duvalier. El ejército paramilitar rebelde cruzó la frontera desde la República Dominicana a primeros de febrero de 2004. “Era una unidad paramilitar bien armada, entrenada y equipada integrada por antiguos miembros de Le Front pour l’avancement et le progrès d’Haiti (FRAP, por sus siglas en francés), los escuadrones de la muerte de “paisano”, implicados en matanzas masivas de civiles y asesinatos políticos durante el golpe militar patrocinado por la CIA en 1991, que provocaron (en febrero de 2004) el derrocamiento del gobierno democráticamente elegido del Presidente Jean Bertrand Aristide”.
La operación se repite, pero no para derrocar al gobierno, sino para controlarlo como un títere dentro de una estrategia de apoderamiento de Haití que convierte a una flota de destrucción nuclear en herramienta de una "misión humanitaria" destinada a salvar vidas.
La mejor puesta en escena del Imperio yanqui, conseguida por la mediocridad (y la inoperancia estratégica) de sus aliados en la depredación imperial del planeta.
Por Manuel Freytas (*)
manuefreytas@iarnoticias.com
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