18 may 2009

Dólar, motor de la inversión especulativa


loultimoenpolitica.blogspot.com

La informatización de los mercados financieros ha propiciado que puedan dar miles de millones de puntadas al día. Y ninguna de ellas va desencaminada. Todas llevan hilo conductor. O lo que es lo mismo, cada movimiento tiene su causa... y su consecuencia. Encontrar esos desencadenantes, invisibles pero existentes, aporta muchas de las pistas que permiten conocer por dentro el engranaje de la inversión.

¿Un ejemplo? Viernes, 8 de mayo. Los principales índices mundiales registraron avances próximos al 2 %, en una nueva demostración de que el ambiente se ha vuelto algo más optimista entre los inversores. Ese mismo día, la cotización del petróleo repuntó un 3%. ¿Algo más? Sí, el dólar se depreció un 1,8% contra el euro, hasta los 1,363 dólares. En un principio, nada parece sospechoso. La cotidianidad de los mercados es así. Unos activos suben, y otros bajan.

Pero la perspectiva cambia al llevar la vista una poco más atrás. En concreto, al 27 de abril. Durante esa jornada, el que se revalorizó es el billete verde, que se apreció un 1,5% contra el euro, hasta los 1,303 dólares, mientras que los números rojos correspondieron a los parqués, con descensos próximos al 1%, y al crudo, que cedió un 3%.

¿Hay algún hilo invisible que vincule estos movimientos? Haylo. La maquinaria financiera ha programado en las últimas semanas un movimiento concatenado cuya pieza central es el dólar. Así, cuando los inversores se envalentonan y retornan a los activos con riesgo, entre los que destacan en estos momentos la bolsa y el crudo, la moneda norteamericana se debilita; y cuando el que regresa es el miedo, y con él una actitud más precavida por parte de los inversores, el dólar recupera terreno, mientras que la acciones y el oro negro lo pierden. "No cabe por menos que pensar que el movimiento bajista del dólar está vinculado al repunte general y misterioso de la demanda de riesgo", subrayan los expertos de Saxo Bank entre los motivos que encuentran para explicar la recaída del dólar desde marzo.

Entre profesionales anda el juego

Parte de este movimiento responde a un motivo sobradamente sabido. Pese a todos los problemas que atraviesa el tejido económico, inmobiliario y financiero de Estados Unidos, su divisa continúa siendo la preferida a la hora de guarecerse en los momentos en que arrecia la tormenta.

Sin embargo, el mantenimiento de la hegemonía cambiaria del billete verde no es la única razón que explica el modo en que se comporta ahora el mercado. Existe, al menos, otra, y responde a una de las prácticas preferidas por los inversores más pudientes y profesionales. El denominado carry trade.

Esta táctica adquirió fama, precisamente, en los años en los que el mundo financiero amasó los excesos que ahora se están purgando. "Su popularidad ha aumentado notablemente en los últimos años, a medida que los inversores buscan activamente activos con altos rendimientos", confirma la experta en el mercado de divisas Kathy Lien, en su libro Trading diario en el mercado de divisas.

¿En qué consiste? Básicamente, en tomar prestado dinero en un país donde los tipos de interés estén muy bajos para, automáticamente, invertirlo en otro mercado donde los intereses sean más altos. Como consecuencia, y de forma inmediata, el inversor obtendrá un beneficio. ¿Y qué tiene que ver esto con las divisas? Mucho. Para pasar del primer al segundo país, el inversor deberá vender la moneda en la que ha tomado prestado el dinero y cambiarlo por la divisa del mercado en el que quiere invertir. Lógicamente, la primera se depreciará, y la segunda se revalorizará.

Entre 2003 y 2007, esta estrategia encontró su trampolín perfecto en el yen japonés. Con el objetivo de combatir la deflación -caída sostenida de los precios-, las autoridades monetarias niponas situaron los tipos oficiales en el 0%. O lo que es lo mismo, todo un caramelo para que los inversores más decididos se sirvieran de ellos. El mecanismo era sencillo: tomar prestado dinero en Japón y vender los yenes conseguidos para comprar euros o dólares, mercados donde los intereses eran más altos y por tanto ofrecían unos rendimientos seguros inminentes.

Eso sí, por los costes y el riesgo que conlleva, no es una herramienta apta para todos los públicos. Sólo los más pudientes y avezados se la pueden permitir. "La estrategia de carry trade apalancado es una de las favoritas de los hedge funds y bancos de inversión globales de gran tamaño. Es la macrotransacción global por esencia", agrega Kathy Lien.

Las circunstancias lo propician

Por tanto, para llevarse a la práctica el carry trade precisa de tres ingredientes básicos: un país con bajos tipos de interés; otro mercado donde el precio del dinero sea más alto; y un inversor sofisticado y con recursos capaz de realizar la operación de tomar prestado el dinero en una divisa y venderla para comprar otra más atractiva.

Pero aún falta un cuarto, igualmente indispensable: el apetito por el riesgo. Es el toque final, y el que le da más sabor, en forma de rentabilidad al carry. De ahí que fuera una práctica habitual entre 2003 y 2007, cuando los inversores mundiales menospreciaron los riesgos, y que desapareciera con la llegada de la crisis y el temor. Lo constata el hecho de que, por ejemplo, el yen se depreciara un 30% contra el euro durante el primer periodo, y que luego se revalorizara un 22% en 2008.

Ahora no existe la misma atracción por el riesgo que hace unos años, pero el rebote experimentado por las bolsas y el crudo desde marzo -en ambos casos con avances superiores al 30 por ciento- denota que los inversores están dispuestos a sufrir emociones fuertes, aunque sean intermitentes. Como las que provoca el carry trade.

Solo que esta vez no emplean como trampolín al yen, sino al dólar, que se está convirtiendo en el motor que alimenta el dinero caliente o especulativo en los momentos en los que el pulso alcista se acelera -y al contrario cuando la volatilidad y el miedo vuelven-. Así, y en paralelo a las subidas de la bolsa y el petróleo, el billete verde ha caído un 8% contra el euro. "El creciente apetito por el riesgo ha castigado al dólar", comentan desde Banif.

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